EL NEGOCIO DE LA MISERIA

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VILLA DEL BAJO FLORES

Que la pobreza en la Argentina es un negocio, a nadie se le escapa.
Lejos de encontrar soluciones, la «democracia» de estos últimos 23 años solo ha sumergido a cientos de miles de habitantes a condiciones de vida miserables.
Solo en capital habitan 200 mil personas en condiciones que van desde pésimas a regularmente malas, según la suerte de cada asentamiento.
Soldados baratos (por falta de oportunidades) para patotas futboleras, bandas, y punteros estos jovenes y niños son hijos nietos y bisnietos de lo que alguna vez fue la clase trabajadora argentina.
Algunos han hecho campaña política prometiendo erradicaciones.
Se deberían remover, en verdad, las condiciones que generaron (y seguirían incrementando seguramente) los barrios precarios villas o asentamientos.
Los Niños Privilegiados de la nostalgiosa doctrina de Perón y Evita, son los marginados de hoy.
Algunos antes de hablar del Peronismo, tendrían que pensar lo que hacen, y se tendrían que callar bien la boca

LOS MERCADERES DE LA NECESIDAD

ANÍBAL IBARRA Y MÓNICA RUEJAS.

Por Nicolás Fiorentino

x http://www.lapoliticaonline.com.ar -1-Las villas miserias no sólo son una demostración de la grave crisis social y habitacional que atraviesa la Ciudad de Buenos Aires y toda la Argentina en su extensión. También actúan como un marco político viciado de corrupción, clientelismo y coacción que desnudan otro conflicto de igual o peor magnitud: la guerra por el poder, ya sea económico o político.

Cómo suele ocurrir en este tipo de organizaciones comunales, la existencia de un líder que «representa» a esa comunidad termina ejerciendo el poder de manera absolutista y corrupta, erigiéndose como una figura duradera y perpetuada en el máximo escalón de esa organización mediante la utilización de, justamente, ese poder que de algún modo obtuvo -a veces electo y extendiendo a la fuerza ese rol, otras veces «bancado» por políticos de peso-. Esto ocurre, salvo rarísimas excepciones, en todas las villas y asentamientos porteños.

Dentro de este encuadre, también resultaría bastante estúpido pensar que alguien logra mantenerse al frente de un conjunto de personas, víctimas de su propia impericia o desagravio, sin el apoyo de un ente superior, como puede ser la política tradicional a través de sus propias instituciones. Ya sean los propios gobiernos, provinciales o locales, entidades periféricas o mismos dirigentes políticos de poder para «apoyar» esas «gestiones». Esto también ocurre con la misma frecuencia que lo anterior.

Las elecciones en las villas

Para entender este funcionamiento actual en la Ciudad de Buenos Aires, hay que remontarse al año 1998, cuando la ley 148, de «atención prioritaria a la problemática social y habitacional de las villas y núcleos habitacionales transitorios» crea una Comisión Coordinadora Participativa, para el «diagnóstico, propuesta, planificación y seguimiento de la ejecución de las políticas sociales habitacionales». Esta Comisión garantizaría la «representación vecinal y el adecuado ajuste» de las necesidades de los pobladores.

La regulación de esas elecciones vecinales está descripta en el artículo 4, donde determina que «se integrará por un representante de cada villa (…) que haya sido electo en comicios regulares». Pero, aclara, «en aquellas villas que no tenga regularizada su representación, su integración se realizará tomando como base la última elección abierta».

Ahora, ¿por qué las villas tienen la necesidad de organizarse de este modo, y no con entes sin poder ejecutivo, como tienen los barrios comunes? «Porque están ubicadas en territorios que no les pertenecen, en terrenos fiscales, nacionales, provinciales, del gobierno de la ciudad o terrenos privados. Por esto, por la informalidad en las villas, hay personas que tienen en sus manos la decisión y la problemática de cada uno de esas villas, en relación directa con el gobierno de la ciudad» explicó Carlos Ibáñez, asesor de la Comisión de Vivienda de la Legislatura porteña, subsecretario de la Comisión Municipal de la Vivienda (Co.Mu.Vi) entre 1996 y 1999 y presidente de la Comisión de Tierras Fiscales del programa «Arraigo», de 1999 al 2002.

Para este especialista, que dialogó amablemente con La Política Online, este mapa social da lugar a extorsiones y presiones de quienes manejan el poder dentro de la villa porque nunca se pudo representar a las minorías. «Cuando hay elecciones en villas, se presentan quince listas -nunca se presentan menos que esta cantidad, que es bochornosa- y gana el que tenga más votos, aunque gane por un voto o con el 7 u 8 por ciento del total. Ahí empieza la manipulación política, utilizando a la gente para coaccionarla y utilizarla políticamente para marchas y movilizaciones, extorsionando con, por ejemplo, los planes sociales», analiza Ibáñez.

El sistema es simple: el delegado recibe los fondos, donaciones y materiales, siendo el encargado de distribuirlos entre los beneficiarios. Así, con este poder, ejerce la presión sobre el resto de la villa, justamente apoyados en el peor de los recursos: la necesidad y la urgencia.

Las juntas vecinales, los «punteros» y el ibarrismo

Con esta estructuración política de las villas, el poder que se encarnó en las juntas vecinales -aunque en realidad el verdadero poder lo ejercen los presidentes de esas juntas- se transformó rápidamente en un tentador negocio para el clientelismo político y en caldo de cultivo para manejos turbios y corruptos de los fondos destinados a los más necesitados.

VILLA 31 Y 31 BIS DE RETIRO.
VILLA 31 Y 31 BIS DE RETIRO.

Una querella que las Madres de Plaza de Mayo presentaron a la justicia -ver «Las Madres contra…»- explica como estas organizaciones terminaron transformándose en un eje de corrupción y clientelismo.

Allí, el abogado Sergio Schoklender aduce que «la existencia de estos representantes determinó que el Gobierno de la Ciudad concentrara la entrega de recursos y ayudas», quienes tenían la obligación de «distribuirlos a sus destinatarios». Sin embargo, esta mediatización dio lugar a diversas situaciones ilícitas, manejadas por quienes justamente tienen acceso a esos vienes, utilizables como arma de extorsión.

«El clientelismo, las distorsiones, los punteros, los padrinos políticos, alimentaron la aparición de estos pseudodirigentes», aclara la denuncia. Este poder, finalmente, termina proveyendo a estos líderes de una cantidad de gente movilizable -vía amenazas y extorsión- que resulta, según esta presentación, «sumamente útil para operaciones de apoyo a sus padrinos políticos o para llevar a cabo operaciones políticas de diversa especie».

Sabido es que quien hizo pata ancha en estos menesteres, según múltiples denuncias de la oposición y de especialistas que conocen el tema desde adentro, fue el destituido jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, quien utilizó al máximo esta posibilidad política de mover masas de pobres. Entre esas denuncias, está el haber contado con multitudes pagadas en las calles en épocas de su juicio político.

«En realidad la junta vecinal es una lista, que maneja el barrio a gusto y placer. Aparecen presidentes que manejan todas las obras y trabajos dentro de las villas, y que manejan los planes sociales. La Coordinadora de villas terminó siendo una pata fundamental para Ibarra en su gobierno, ya que la segunda vuelta la gana en los barrios del sur, en las villas, porque tenía toda la dirigencia villera trabajando para él», argumentó Ibáñez, quien además trabaja como asesor del legislador de Rrecrear Marcelo Meis, presidente de la Comisión de Vivienda de la Legislatura, a quien conoció cuando ambos militaban en el radicalismo.

«¿Cómo puede ser que Ibarra, que fue destituido, siga teniendo peso en las villas?», se pregunta Ibáñez, y se contesta: «Por que hizo muchos favores, hizo millonaria a mucha gente. Por ejemplo, Guillermo Villar -histórico dirigente villero- anda en 4×4, y era un muchacho que no tenía nada. Fue favorecido con una fábrica a la cual el gobierno municipal le compraba materiales para hacer las veredas de las villas, maneja los planes sociales, los Jefes y Jefas de Hogar. ¿Cómo no lo van a querer si les dio la posibilidad de salir de pobres? Ahora, a los pobres no les dio esa posibilidad».

De paso, en una historia deja otro nombre pesado dando vueltas: «En la villa 31 bis se eligieron el ante año pasado 12 o 14 delegados, ganando una mayoría de gente que quería un cambio. Fueron y los cooptaron, quedaron cuatro o cinco nada más. Ahí actuó directamente la actual empleada del gobierno nacional Kelly Olmos, que es una puntera de villas, maneja todo este tema. Ahora está en el gobierno nacional, pero estuvo hasta hace pocos integrando el directorio de AUSA».

Para finalizar, el especialista deja un último concepto: «Las necesidades de la gente van detrás de las necesidades de los punteros. Así, las juntas vecinales pasaron a ser un excelente negocio para quienes la integran. Evidentemente hay una connivencia con el poder político, gestado por Ibarra durante todo ese tiempo».

TELERMAN EN INAUGURACIÓN DE VIVIENDAS.
TELERMAN EN INAUGURACIÓN DE VIVIENDAS.

El accionar de los delegados

Estos punteros operan de manera simple, pero poco discreta. La base de su poderío reside en dos puntos: la capacidad de presionar y la falta de defensa de la gente de las villas.

Según Ibáñez, los punteros «extorsionan como cualquier otro puntero en este nivel: `te doy lo que me pedís si sos funcional a mis necesidades´». Y agrega: «Los presidentes de las villas son los dueños de esas villas, entonces no les importa urbanizar ni hacer obras, les importa mantener la situación de caos, porque de esta situación sacan provecho. Si se urbanizara, y cada vecino fuera dueño de su lote, la junta vecinal ya no tendría razón de ser, se acabaría con esa estructura».

Además, el nivel socio cultural de los habitantes promedio de las villas, sumados a los temores que significan la erradicación o hasta la deportación -teniendo en cuenta que muchos son extranjeros de países limítrofes-, hace que las posibilidades de un levantamiento ante la opresión de quienes los manejan quedan reducidas a la nada. «En las villas hay muchos extranjeros, que es gente asustada porque está en la inmigración ilegal. Entonces, es manejada políticamente por quienes los gobiernan», explicó Ibáñez.

Otro tema fundamental dentro de las villas son la droga y la prostitución, mayormente infantil. El rol que juegan las juntas vecinales que ejercen el poder en las villas en este tema es confuso, aunque resulta inaudito creer que la máxima autoridad del barrio tenga desconocimiento del asunto.

«Necesariamente tiene que haber una participación directa o indirecta de las autoridades de villas, porque a tu casa nadie entra si vos no le abrís la puerta», aseguró Ibañez. Y agregó: «El otro día Telenoche hizo una investigación en la Villa 6, mostrando como vendían `paco´. Evidentemente hay una connivencia, ¿o me van a decir que pasa y la junta vecinal, que maneja todos los asuntos de una villa, no lo sabe?». Sin embargo, para Claudio Freidín, presidente del Instituto de la Vivienda, esto es distinto. «Nosotros recibimos varias denuncias por drogas o prostitución en las villas. Ninguna incluye a dirigentes de esas villas».

Casi 150 mil personas viven en las villas de la Ciudad de Buenos Aires. Casi 28 mil familias que intentan, día a día salir adelante, víctimas de las presiones y el poderío de aquellos que lograron erigirse en el poder, contactarse con gente poderosa y de ese modo subsistir como reyes tuertos en un barrio de ciegos. Mientras tanto, la desesperación de los más necesitados espera oídos que, por ahora, se mantienen sordos, u ocultos.

-1- nota publicada en:

http://www.lapoliticaonline.com.ar/index.php?pagetype=detail&newid=3368&seccion=1032

 

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